domingo, 19 de agosto de 2018

Everyday Shooter - Zen Arcade

No importa en qué disciplina artística (aunque en unas ocurra más que en otras), siempre existe un diálogo entre autores y críticos. Se suceden las obras, vienen críticos a interpretarlas y de su mirada se nutren otros artistas que crean obras nuevas. Y el círculo se repite, obviando por supuesto que los artistas son cada uno de su madre y de su padre y por tanto los primeros en influirse entre ellos.

Everyday Shooter parece nacido así. Parece un videojuego ensayo, el tipo de obra que usa como base un concepto teórico, o quizá el videojuego que haría un crítico. Porque lo especial del título está en la mirada que arroja sobre un género, en cómo lo reconfigura para ser apreciado desde otro ángulo, solo que esas supuestas palabras en las que se hubiera basado no se habían escrito en 2007. Antes de que ningún crítico lo afirmase, que yo sepa al menos, Everyday Shooter reinterpretó la acción frenética de su género como una danza. Donde todos veían diversión, Everyday Shooter vio belleza, y así es como se adelantó a los críticos.

Mecánicamente, hablamos de un título bastante clásico: ocho niveles, vidas limitadas, esquivar para seguir vivo y disparar para sumar puntos. Es un twin-stick shooter, por lo que disparamos en ocho direcciones que manejamos con la palanca derecha mientras nos desplazamos con la izquierda. Si acaso, llaman la atención la ausencia de power-ups y el detalle de que disparar reduce nuestra velocidad de movimiento. Puede incluso que algunos patrones enemigos, pero el aporte de Everyday Shooter es esencialmente estético.

Como Geometry Wars y quizá algún otro juego del género de la época, yo diría incluso que inspirado en ellos, Everyday Shooter opta por la abstracción para su apartado visual. Pero no abstracción por abstracción, sino como vehículo a una elevación estética. Visto en imágenes, el título no es necesariamente bonito o preciosista, pero la experiencia de jugarlo está más cerca de adjetivos como solemne o espiritual que bombástico o espectacular. Lo que hace Jonathan Mak es simplificar formas y colores para evadirse de casi toda figuración posible, buscando una suerte de pureza en la geometría que recuerda a Platón y su Teoría de las formas. Y esta misma premisa es llevada también al apartado sonoro, pues todo sonido es musicalizado y los niveles duran lo que la pieza que los acompaña (y alrededor de la cual están diseñados). Everyday Shooter es un videojuego cuyo avatar es un punto en lugar de una nave y en que las explosiones son riffs de guitarra en vez de estruendos. 

Para Jonathan Mak el shooter es bello, y esquivar y disparar rodeados de balas un baile. Everyday Shooter es una celebración del género al que alude su nombre, un título que hace de la armonía (y no el ritmo) su herramienta principal. ¿En busca de qué? De una expresión de la belleza del movimiento, de la cualidad estética de la acción en pantalla. Y cuando por fin salimos de una lluvia de balas habiendo encadenado una serie de explosiones geométricas de guitarra eléctrica, con la pantalla limpia de peligros pero repleta de puntos y la música desvaneciéndose, lo entendemos todo. A partir de entonces, es difícil no ver el shooter con otros ojos.




1 comentario:

  1. no soy fan de los bullet hell o shot em up , pero probare este, lo describes como una experiencia renovadora, por cierto, te recomiendo the textorcist un bullet hell, que ironicamente, obliga a no ver la pantalla, a menos que seas experto en mecanografia, es uno de los pocos bullet hell que me gusta, te lo recomiendo y pido que hagas una critica, por favor, y gracias por ser critico.

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