sábado, 16 de julio de 2016

VIDEOBALL - Un hito arcade que pasará desapercibido

Impresionante, extraordinario todo en VIDEOBALL. Cada apartado, cada matiz y cada detalle. Una de las mejores bandas sonoras que he escuchado nunca en un videojuego, para empezar, y una interfaz sencilla y vistosa y dinámica y elegante y moderna al tiempo, que además nos da la posibilidad de escoger entre distintas combinaciones de colores. Ni los efectos sonoros están elegidos al tuntún: qué textura, qué gusto oír la carga del disparo o esos múltiples impactos del triángulo nivel 2. Joder, ¡hasta los comentaristas! ¡Qué sentido del humor! "Everybody wins. East scored more points.", "That sure was VIDEOBALL!", "You're on fire!", o hasta unos simples "Oh, no", "Heck yeah!" y "You're welcome", que, aunque escritos no lo parezcan, se vuelven comentarios simpatiquísimos in-game por el tono de voz empleado.

El diseño gráfico más dinámico y las melodías con más garra y, sobre todo, el sistema de juego más inteligente.

Notad las estelas que deja cada jugador y cada esfera al moverse, de modo que un simple pantallazo revela no solo el instante de la foto, sino la inmediata jugada que lo precede. Notad también esas décimas de segundo en que se congela la pantalla y la cámara hace un leve zoom tras cada gol y cada impacto de proyectil nivel 3. Notad la inercia de cada avatar triangular y la repercusión que ello tiene en nuestro desplazamiento por la pista (cuando somos golpeados, cuando rebotamos contra la pared, o simplemente en la maniobrabilidad general). Notad lo rápido que cambian las tornas de la posesión con los contraataques bien realizados a los disparos nivel 3 (un contraataque triple o cuádruple y el dominio ha cambiado de bando varias veces en un instante). Notad, incluso, cómo no hay un solo segundo perdido de partido (sin tiempos muertos ni descanso en la cancha), cómo el permanente fuego amigo nos obliga a tener un ojo no solo en adversarios sino también en compañeros, cómo todos los disparos son exactamente igual de útiles si uno sabe cuándo emplearlos (a menor nivel menor tiempo de carga y mayor velocidad), cómo los proyectiles viajan más deprisa en función de nuestro movimiento al lanzarlos; cómo un gol no se anota hasta que la esfera rebasa por completo la línea de portería (propiciando adrenalínicas defensas in extremis), cómo cada gol tiene su nombre (touchdown, slam dunk, home run, grand slam) en homenaje a los deportes de los que el título tanto bebe, cómo tras cada encuentro pueden revisarse detalladísimas estadísticas colectivas e individuales del mismo (otra constante en el deporte de competición). Etcétera (etcétera, etcétera).

A algunos, VIDEOBALL les parece poca cosa, apenas o poco más que un juego flash del montón, pero a mí la excelencia de sus facultades me resulta tan evidente, se me antoja tan acusada, que bien podríamos usar el título como prueba del nueve para saber quién llega a apreciar las cualidades deportivas (de sistemas sencillos y redondos, de mecánicas profundas y pulidas) de los videojuegos. Entiendo a quien con afinidades narrativas o simulacionistas no encuentre especial valor en VIDEOBALL, pero ¿a quien juega en consola? ¿A quien tiene predilección por lo arcade? ¿A quien —supuestamente— aprecia los matices de la acción videojueguil y sus microdecisiones? A ese solo podría recomendarle un buen oculista.

Junto a sus primos de racionalismo geométrico, Desert Golfing y Super Hexagon (con el segundo comparte incluso locutor), VIDEOBALL forma ya parte, para quien esto escribe, de una de las cumbres arcade en lo que va de siglo. Tal vez, y no lo aseguro pero tal vez, la mejor experiencia multijugador local desde Super Smash Bros.