martes, 14 de febrero de 2017

Paterson, Paterson y Paterson. Beet, Beat y Bit.


De Paterson (2016) se repite mucho que muestra aprecio por las pequeñas cosas, que las mira poéticamente y nos revela así su belleza. Y es cierto, pero acabar la frase ahí, sin entrar en cómo o por qué, no nos dice mucho de la película. Paterson es especial porque es original, y es original por dos motivos: su acercamiento a la rutina y su estructura de poema.

Lo primero que salta a la vista en la película de Jarmusch es que no desdeña la rutina, esa faceta de nuestro día a día siempre retratada, con matices que varían ligeramente el enfoque, como equivalente a tiempo desperdiciado. La vida, nos ha insistido una y otra vez la ficción, vale la pena cuando se revuelve y es imprevisible; lo previsible es aburrido y el desorden una aspiración. En Paterson, Jarmusch se acerca a la rutina sin tacharla de monótona o plantearla como un círculo carcelario del que escapar. Más aún, la rutina es embellecida y presentada como el ritmo de la vida. La vida es un poema, nos está diciendo Jarmusch, y, como en la poesía, las repeticiones hacen de rimas. Los días de la semana funcionan como estrofas (cada uno empieza, se desarrolla y acaba de forma parecida), y las coincidencias y reiteraciones que ocurren en ellos (los tres Paterson, los motivos visuales que pinta Laura, la constante aparición de gemelos, enderezar el buzón cada tarde a la vuelta del trabajo, etc.) conforman y hacen rimar los versos. Desde este punto de vista, cada nuevo elemento es un encuentro, un acontecimiento, y los acontecimientos son especiales porque duran apenas un instante; están sujetos a la inevitabilidad del tiempo, y esto los vuelve frágiles. Por eso las pequeñas cosas son bellas, y por eso importan.


En las más de dos décadas que llevamos de un cinismo creciente, Paterson es más relevante que nunca. Nos presenta a un tío que es poeta y conductor de autobús al tiempo, indirecta de la fusión entre vida y poesía que propondrá el film, y nos invita a que le acompañemos durante una semana cualquiera, a ver si cobramos conciencia del valor de lo que nos rodea. Una peli estupenda que usar como arma arrojadiza contra la lacra del cinismo, combatiendo la peligrosa idea de que todo da igual con un brevísimo y potente argumento: estamos vivos, ergo, las cosas importan. 

4 comentarios:

  1. Ah, no entraba bien en el artículo, pero hay un momento revelador de la película que me gustaría compartir:

    En una escena, Paterson le dice a Laura, a propósito de unas cortinas (creo) que acaba de pintarrajear con círculos, que le gusta que cada círculo sea distinto. Como siempre con Jarmusch, nada está porque sí y nada pasa por pantalla de casualidad. Todos esos círculos, a pesar de compartir forma, tamaño y color, poseen pequeñas diferencias fruto del azar. Porque somos humanos, y cuando hacemos círculos salen imperfectos, así que ninguno es exactamente igual que el anterior.

    Espero que no haga falta aclarar el paralelismo que aquí sucede.

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  2. Vi la película hace unos días y no lograba definir el leitmotiv de la constante aparición de los Paterson y los gemelos. Esta buena la idea de definirlos como rimas internas.
    Es medio raro ver una apología a la rutina, cuando esta es retratada usualmente como una puerta a los infiernos.
    Después de verla me puse a buscar los poemas de William Carlos Williams, con la frase en mente de traducir poesía es lanzarle tierra con una pala.

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  3. Ya se que esto no entraría aquí, pero viendo la cantidad de música que escuchas y conoces, me pregunto, ¿hay alguna fuente en concreto, revista o blog de la que puedas sacar tanta cantidad de material, tanto nuevo como viejo, en la que puedas confiar?, ¿o simplemente te la pasas buceando por la web hasta dar con algo de valor?

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  4. Me encantó el artículo, como todos los del blog. Espero con ansias que vuelvas a publicar algo, un video en tu canal de YouTube o una publicación en el Blog. Se te extraña.

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