miércoles, 19 de diciembre de 2018

El tiempo (no) lo pondrá en su sitio

La idea de una especie de justicia divina e infalible impartida por el tiempo es ilógica e irreal, una de las mentiras más repetidas (y creídas) referidas a la calidad de las obras de arte.

Hay películas rescatadas por motivos comerciales (¿y si no se hubiesen reeditado?), redescubiertas por algún crítico (¿y si se hubiese dedicado a otra cosa?), y también, del mismo modo, olvidadas o inapreciadas, cuando no directamente desaparecidas. Yo pienso que ese crítico que no nació o se dedicó a otra cosa, que esa empresa que no vio motivo de reeditar, son tan probables como el caso contrario y por tanto se dan. Y luego está la relatividad del asunto: una peli puede ser poco relevante hasta dentro de cien años, o doscientos, eso no lo sabemos. ¿Acaso podríamos afirmar durante los primeros cincuenta que no ha pasado la prueba del tiempo? Más: ¿puede considerarse obra maestra si es difícil o poco accesible para un gran público? Porque, de ser sí la respuesta (y la es, pues una cosa no quita la otra), la conclusión inevitable es que grandes obras caerán irremediablemente en el olvido motivo de la incomprensión. Y así pasa, por desgracia.

Existen artistas y trabajos brillantes que son olvidados o que apenas llegan a gozar de atención alguna vez. Con la cantidad de obras existentes y la velocidad a la que son producidas, sumado al condicionamiento que suponen la mercantilización del arte y las barreras (fronteras, culturas, idiomas...), asumir que tiempo equivale a justicia se convierte en poco más que una quimera, un atajo. Es una premisa fácil de aceptar, y bonita, pero también perezosa ("ya se encargará el tiempo"). Pero el tiempo no se encarga, el tiempo no pone las cosas en su sitio; las personas ponemos las cosas en un sitio, y ese sitio en que algunas personas ponemos las cosas no es necesariamente más justo o más real que aquel en que otros las pusieron antes. Pensar lo contrario significa pensar que los que vinieron antes siempre se equivocaron más y que los que vienen después siempre se equivocarán menos, una idea muy cómoda y aceptada muy relacionada (estimo) al pensamiento científico, con cada nuevo descubrimiento rebatiendo o mejorando o ampliando el anterior. Solo que ciencia y estética no tienen nada que ver. No hay fórmula que explique el valor artístico. Por todo esto, a veces pienso en quienes vinieron antes y si no tendrían a menudo la razón que fácil y equivocadamente les quitamos. Supongo que hay que estudiar más historia.

14 comentarios:

  1. Breve pero certero, siempre es un deleite leerte y escucharte. Espero ver que anduviste jugando este año dentro de poco

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  2. Es un parrafo certero, pero libre de seguridad alguna. Lo cual me hace preguntar: ¿Qué podemos hacer? ¿Poner una obra en un lugar digno esta bien hasta que descubrimos que no lo está? ¿Lo que llamamos digno ahora ya no lo será en el futuro, nunca lo fué en el pasado ni ahora? Es sacudir la seguridad de que dejaste a buen recaudo un tema, pero resulta que en realidad no se sostiene por tus propios términos.
    Estudiar historia puede ser una manera de resolverlo. No se me ocurra otra cosa que aprender.

    Aprender, entender y valorar cuando estes listo. Pero, si ese es el caso ¿Cuando vas a estar listo?... yo creo que nunca.

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  3. Excelente artículo.
    Teniendo que en cuenta que se produce mucho más material del que es posible consumir (incluso si nos limitamos a una sola rama artística), y teniendo en cuenta que la mayoría de personas son ignorantes (no por tontas, sino porque no se dedican a culturizarse al respecto), es ridículo pensar cosas como que el tiempo pone todo en su lugar o que lo mejor es lo que triunfa.

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  4. A lo que te refieres, y lo que niegas acertadamente, es el progresismo, esa concepción ilustrada que se fortaleció durante el XIX. La vinculación de progreso y ciencia se aseguro completamente luego de la segunda guerra mundial, cuando emerge la figura del físico todopoderoso y se configura la creencia en una ciencia mágica capaz de solucionar cualquier cosa. Un ejemplo paradigmático de esta concepción se encuentra en el texto de Vannevar Bush “La ciencia: la frontera ilimitada", un programa de las lineas de desarrollo de la ciencia y la tecnología de posguerra dirigido al presidente Truman. Este mito se engendró en el estamento militar como consecuencia del éxito en el desarrollo de armamento nuclear.
    Sin embargo, el progresismo ha sido atacado en el ámbito científico desde los sesenta (ecologismo) en diferentes frentes, llegando a invertir la valoración social de la ciencia en muchos casos. Además, la visión publicitaria estadounidense de la ciencia fue atacada ya en los cincuenta, cuando el discurso de la historiografía positivista parecía en su apogeo. La ciencia como algo “divertido" y acrítico siempre ha resultado controvertida para los historiadores de la ciencia. Un buen ejemplo de esta constante contrargumentación es el texto de de Adorno y Horkheimer “Dialéctica de la Ilustración", donde consideran los desastres de Hiroshima y Nagasaki, y Auschwitz, como consecuencia final e inevitable del proyecto ilustrado que arranca en el XVIII.
    Al fin, lo que quiero decir es que ciencia y progreso, al contrario de lo que la divulgación masiva nos asegura, no son inextricables. Más bien al contrario.
    Por último, es evidente que el progresismo, como ideología es autónoma y no sólo se observa en la campo científico, si no también en el filosófico, como explicita “Historia como sistema", donde Ortega defiende que en la ciencia se progresa cuantitativamente y en la filosofía cualitativamente. La estética tampoco ha escapado a este tipo de consideraciones, puesto que la técnica también es susceptible de reducirse a mejoras constantes.
    Tampoco hay fórmula que explique el valor científico.

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    1. ¿Dialéctica de la Ilustración? La peor cita para apoyar tu argumento. Adorno y Horkheimer no entienden para nada los valores éticos de la ilustración y presentan una caricatura al lector al decir que el ataque nuclear sobres las ciudades dos japonesas son consecuencia de las ideas ilustradas. Uno de los mayores representantes de la ilustración es Kant, en cuyo texto "la paz perpetua" defiende una tesis pacifista y la abolición de la guerra; bastante contradictorio que ideas de este tipo concluyan con el ataque de armas de destrucción masiva como parte del "proyecto ilustrado" ¿No te lo parece?

      2. Respecto a la cita de Ortega ¿Y Gasset? (Supongo) la desconozco, pero te puedo decir que en ciencia los cambios no son exclusivamente cuantitativos, sino también cualitativos. Cambiar una teoría, como la de la ley de la gravitación universal de Newton por la de la relatividad de Einstein, no se trata solo de un aumento cuantitativo en el acumulado de conocimientos, sino también de un cambio de tipo.

      3. Con todo lo anterior no estoy diciendo ni sugiriendo que la labor científica este por fuera de los marcos morales y éticos, sino que la tesis que afirma que los valores ilustrados y el positivismo (término usado de manera despectiva en muchas ocasiones sin saber exactamente a lo que se refiere) no son la causa de actos tan atroces como el ataque nuclear sobre población civil.

      4. No, no existe formula (¿matemática?) que explique el valor científico, pero si existen algunas consideraciones epistemologicas, para diferenciar una actividad científica de una pseudocientífica o valorar un teoría como más adecuada que una rival.

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    2. 1. Yo no defiendo la visión de Adorno y Horkheimer, la he puesto como ejemplo de contrargumentación de las tesis positivistas. Sin embargo, dudo que exista proyecto alguno que busque la destrucción nuclear. Lo que quiero decir es que, evidentemente, los ilustrados, como la mayor parte de ideólogos buscan el bien. Explícitamente todos van a reconocer la búsqueda de la paz. Otra cosa es lo que implícitamente acarrea su programa. Es decir, a no ser que seas satánico o algún tipo punk, es difícil que sostengas los desastres nucleares como meta, y no por ello tu ideología es beneficiosa, o, inmune a una crítica que la relacione con desastrosas consecuencias.

      2.Yo no creo que exista progreso. Ponía a Ortega como ejemplo (atípico) de progresista, pero yo no creo que haya nada más que cambios. En algunos ámbitos muy específicos se presentarán mejoras (cualitativas y/o cuantitativas), pero estas podrán involucionsr en un futuro y otras evolucionar. Lo que obtengo con esta imagen es una mirada de las disciplinas que no se puede reducir a la mejora, y que escapa a la superioridad moral presentista. Es más, considero que la propia concepción de mejora o progreso dependen del contexto donde sean significadas. Así que, de nuevo, solo exponía la tesis de Ortega.

      3. Estoy de acuerdo. Puede ser exagerado, aunque debo estudiarlo.

      4. Nunca lo negué. Sin embargo, yo sería cauto en la distinción ciencia/psudociencia a la vista de los poderes económicos que hay detrás de la big science. La etiqueta “pseudociencia" no es inocua, y, lejos de ser únicamente de ayuda epistémica (para discernir el carácter de los conocimientos), resulta un estigma que socava el conocimiento popular tradicional, con el fin de favorecer determinados grupos y restringir la idea de ciencia según los intereses de ciertos colectivos, además de jerarquizar las disciplinas y encajarlas en ordenes verticales que poco hacen por la investigación.

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    3. Correcciones:
      Evidentes problemas con algunas comas*
      Involucionar*

      Soy Mr Magnov

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  5. Correcciones
    *al progresismo
    *el último “progresismo" no debería tener una coma detrás.

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  6. Has hablado de obras que pasan desapercibidas y que tiempo después de son redescubiertas por algunos motivos que comentaste. También hablaste de aquellas obras que no podrían contar con la misma suerte y ser olvidadas para siempre. Pero, y de aquellas obras que en su momento fueron vistas como "grandes obras" o "los mejores exponentes de tal o cual disciplina" y tiempo después ya no son vistas con tal solemnidad y son severamente criticadas ¿No las ha puesto el tiempo en su lugar? (entendiendo el término "el tiempo" por lo que es: una metáfora de la actividad humana, efectivamente, no del "el tiempo" como un agente. No entiendo el por qué haces esa aclaración (que el tiempo no pondrá las cosas en su lugar, sino las personas; esto es una trivialidad) y me causa gracia que tenga que yo hacer lo mismo, no vaya a ser que estemos hablando es distintos términos.

    2. "Solo que ciencia y estética no tienen nada que ver. No hay fórmula que explique el valor artístico"

    Esta afirmación es bastante ingenua, claramente una obra de arte o una obra que pretenda serlo no están en la misma categoría que una teoría que busque explicar un fenómeno del mundo. Sin embargo, el arte es una actividad humana y esto quiere decir que es susceptible de escrutinio científico. La estética puede hacerse con los instrumentos científicos a su disposición y explicar "experiencias estéticas" acertando más y divagando menos. Si lo que se piensa es que la inclusión de "la malvada ciencia arruinará este espacio tan puro como es el arte" de lo que se trata es un error. La ciencia es un espacio siempre a discusión y suficientemente flexible como para que convivan varias ideas.

    No te estoy mandando a leer ni mucho menos de manera irrespetuosa, pero te dejo un articulo que podría, quizá, interesarte respecto a la relación ciencia-arte. https://link.springer.com/article/10.1007/s10699-018-9551-5

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    1. La aclaración la hago como recordatorio. "Recordemos que cuando hablamos de tiempo hablamos de personas, y las personas nos equivocamos", en resumidas cuentas. Tú dices que cuando se utiliza la frase se sobrentiende que se habla de personas, y yo pienso que simplemente se olvida o se pasa por alto. No porque no se sepa y se crea al tiempo como un agente que actúa por su cuenta, sino porque se acepta como una ley infalible. Eso de que el tiempo pone las cosas en su sitio es entendido como una máxima, y yo escribo el texto como argumento contra ella. Mis razones están ahí.

      Por otro lado, la conclusión que asumes a la que llego con el artículo no se acerca a lo que intento decir. La idea de que la calidad estética tiene criterios de evaluación no científicos es un refuerzo a los argumentos que vengo dando antes de por qué el tiempo no tiene por qué ser justo con el arte, y no una especie de alegato anticiencia. Cuando la ciencia se revisa a sí misma y rebate hipótesis y modifica teorías siempre lo hace hacia arriba, siempre a mejor, mientras que en el arte no ocurre de tal forma. Vamos, ni se me hubiese pasado por la cabeza que mi texto podría interpretarse como un ataque a la cienca o el pensamiento científico.

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  7. Más análisis autistas de frases populistas, plis. Pum para arriba.

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