domingo, 19 de septiembre de 2021

Hover: Revolt of Gamers - Rollin' in the city

A Hover le pasa lo que a muchos títulos que nacen de un elemento específico ajeno a sistema alguno: sufre a la hora de convertirlo en juego. Sonic era un innovador motor de físicas en busca de un diseño de nivel, No Man's Sky un universo procedural en busca de un sistema jugable. Hover, afortunadamente, es dos cosas que funcionan bien juntas: sus mecánicas de movimiento y el mundo sobre el que las empleamos. Pero es un plataformas 3D, y a los plataformas 3D les cuesta reconciliar la navegación de sus entornos con el propósito del diseño de nivel. A más natural y abierto el entorno, más difícil darle propósito jugable. Más mundo igual menos nivel. Le pasó a Mario en sus primeros pasos por el 3D y le pasa todavía más a Hover, que como arquitectura a explotar mediante el movimiento es sobresaliente pero como videojuego por el que progresar deficiente.

Lo mejor de este juego viene al alcanzar su segunda ciudad, momento en que sus bondades alcanzan su cénit. Dominando ya mejor los métodos de aceleración y "grind" de paredes, y con la segunda ciudad presentándose mucho más amplia y vertical que la ya estupenda primera, comenzamos a atravesar y trepar el escenario a toda velocidad, lanzándonos desde rascacielos (con emocionante efecto de vértigo) para aprovechar el rebote con el suelo y buscando distintas cimas que conquistar. Pocos plataformas me han dado el placer que exprimir la movilidad de Hover llegado este punto del juego, pese a lo fallido de gran parte de la propuesta. A mi juicio, este hallazgo bien vale para reivindicarlo por encima de Jet Set Radio, su principal inspiración.

Además, aquí los gamers viven en las cloacas.



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