Emily Is Away Too es una segunda parte. Hablo de la primera parte aquí.
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En el primer Emily is Away nuestras elecciones no cambiaban el desenlace de los acontecimientos y la acumulación de charlas, dijésemos lo que dijésemos, terminaban invariablemente en perder el contacto (o la química, el feeling) con Emily pasados los años. El efecto generado como consecuencia era el de acabar preguntándonos si pudo haber algo ahí, si podríamos haber cambiado las cosas y qué deberíamos haber dicho o dejado de decir para ello. ¿Y si hubiésemos hecho algo de otro modo? En cualquier caso, lamentando lo perdido con el paso del tiempo, lo que pudo haber sido y no fue. La vida misma.
Emily Is Away Too, por contraparte, te da dos chicas que rifarte. Elige la que más te guste y establece una relación con ella, es tan fácil como decirle lo que quiere oír. ¿El truco? Que al final tus palabras ventajistas pueden volverse contra ti. El juego te devuelve tus mentiras rompiendo tu relación, como un revés del karma. La elegida acaba enterándose de que no fuiste honesto con ella por parte de la otra chica, a la que quizá respondiste diferentemente a las mismas preguntas. "Eso te pasa por mentir", espeta el juego. Este giro final reconfigura Emily Is Away Too como un pueril y manipulador cuento moral cuya moraleja es que las mentiras tienen las patas muy cortas.
Uno podría perdonar lo simplón y aleccionador del mensaje por la decisión de hacer que las mentiras que se vuelven contra ti sean piadosas, sin mala voluntad, pero el verdadero problema es otro: en su afán de soltar la moralina de turno, las dos chicas quedan reducidas a meros atajos narrativos, haciendo añicos toda la propuesta.
En Emily Is Away no había nada que hacer. Emily era otra persona, sus pensamientos eran suyos y para nosotros quedaba tan solo el "y si...". Su vida no dependía de nuestras respuestas en un chat, sino de ella misma. Nosotros nos preguntamos si tal vez estuvo en nuestra mano, pero nunca podemos saberlo con seguridad porque también depende de la otra persona, cuyos pensamientos nunca llegamos a adivinar. Las chicas de la segunda parte, en cambio, hacen o dejan de hacer dependiendo exclusivamente de lo que digamos, sabiendo nosotros de antemano cuál será su reacción a cada respuesta, para más inri, perdiendo ellas toda su otredad y desvaneciéndose la sensación de que hay personas detrás de sus líneas.
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